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Autor: admineducarex

Un huerto escolar en el I.E.S. “Pedro de Valdivia”

Durante este curso, el IES Pedro de Valdivia se ha incorporado a la “Red de huertos escolares ecológicos”, promovido por la Consejería de Educación a través de la plataforma RUREX.

Al programa se han sumado varios profesores de ESO y de Ciclos Formativos con sus grupos de alumnos. Todos ellos han recibido asesoramiento previo por parte de técnicos de la Junta. Es un proyecto que nace este año con la intención de mantenerse en el tiempo y lograr, entre otros, los siguientes objetivos:

-Concienciar a los alumnos sobre la importancia de la agricultura ecológica como actividad que promueve la salud alimentaria y contribuye a conseguir que se establezcan relaciones más justas y cercanas entre productores y consumidores.

– Fomentar las reservas de biodiversidad cultivando variedades propias, el uso de técnicas de cultivo y tratamientos fitosanitarios sostenibles, la cultura gastronómica de nuestra zona y la soberanía alimentaria.

-Utilizar las experiencias de planificación y trabajos en el huerto como fuente de aplicación teórica y práctica de competencias claves desde las diferentes áreas del curriculum.

La respuesta de los alumnos participantes ha sido muy positiva y el grado de implicación, alto. El trabajo en equipo entre los diferentes grupos y la interacción con los profesores siempre es un beneficio que redunda en la mejora de la convivencia.

En el próximo curso se continuará con la formación de los profesores y se realizarán, además de las tareas propias del huerto, actividades gastronómicas y de reparto de los productos obtenidos entre los alumnos participantes.

Ya tenemos aquí a Guadalupe Santos, tras un año de estudios en EEUU

Guadalupe Santos Lambea nos cuenta su experiencia en Columbus (Ohio) donde ha estado durante este curso estudiando gracias a una de las becas de la fundación Amancio Ortega.

Mi experiencia en EEUU.

Debo reconocer que me encanta viajar, conocer diferentes formas de vida y diferentes maneras de entender las cosas, y si la vida te da la oportunidad de pasar un año escolar en un país como Estados Unidos  empiezas a ser consciente de que uno de tus sueños comienza a convertirse en realidad.
Mi aventura se inicia un caluroso 15 de agosto en el que, tras despedirme de mi familia y algunos de mis amigos, partí rumbo a Madrid para coger dos vuelos, el primero hasta Chicago y después de Chicago a Columbus.  En la maleta ilusiones, muchos buenos  deseos  y un buen consejo: “No todo es fácil y las situaciones más adversas se convertirán a la vuelta en tus mejores recuerdos”.
Mi destino estaba en Ohio, un estado en el centro del país cuya capital es Columbus de la que yo vivía apenas a 15 millas. Los primeros días los dediqué a conocer el entorno, tuve mi fiesta de bienvenida de la comunidad y conocí mi instituto, el Watkins Memorial High School, sobre el que giraría prácticamente toda mi estancia, como la de los jóvenes de allí. Si bien por mi edad debía cursar el nivel 11 (Junior), que es el equivalente a primero de Bachillerato en España, en el centro  me ofrecieron  la posibilidad de matricularme en el grado 12 (senior) para, así,  poder culminar mi curso con una graduación en toda regla. En el centro estábamos cuatro estudiantes internacionales y yo era la única española.
Mi experiencia en el High School ha sido estupenda, me he sentido querida, integrada y en definitiva he formado parte de él.

Viví maravillosos bailes y ceremonias, como la “Home Coming” o la “Prom”. Recuerdo las grandes fiestas que organizábamos en la grada del estadio los viernes viendo jugar al equipo de fútbol (“football” no “soccer”) del centro,  o los encuentros de Marching Bands e incluso  participé  en la  “powderpuff”  (evento en el que por un día las chicas son las que juegan al fútbol y los chicos hacen de “cheerleaders” enfrentándose las juniors a las seniors). Y como me gusta practicar deporte y allí lo hacen como actividad extraescolar, hice “Cross Country” en otoño,  “Track & Field” en primavera y tuve la suerte de poder practicar natación en invierno, mi deporte favorito.

He formado parte del equipo de natación del centro, el Watkins Swimming, con el que conseguimos  quedar campeones del Condado de Licking  tanto los chicos como las chicas, por primera vez en su historia, e incluso hicimos record del Instituto en relevos por lo que mi nombre figura en el tablón del Centro.

Mi banner personal de las competiciones
La prensa local se hizo eco de mi participación en el equipo

Como anécdota debo decir que incluso participé en la campaña de un alumno  que optaba a la “presidencia” (equivalente a representante o delegado de alumnos) o que como estudiante internacional tuve que realizar una presentación a mis compañeros para que supieran cual era mi lugar de origen y, claro, si eres española y de Villanueva de la Serena qué mejor que llevar una tortilla de patatas para degustación y deleite  del público asistente. Todo un éxito.
Conocí la vida de los Amish visitando un poblado y cómo se vive la Fe desde la perspectiva de la Iglesia Baptista de “Jersey Church” con sus conciertos, convivencias e interpretaciones de la Biblia. También viajé  a California con cuarenta chicos de diferentes nacionalidades afianzando grandes lazos de amistad. Aquellos días en Santa Mónica, Los Ángeles, Hollywood -con los estudios Universal- y San Francisco fueron inolvidables ha sido el viaje más increíble que he realizado en mi vida, hasta el momento.

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En el “Golden Gate”.

El tiempo pasó tan deprisa que cuando me quise dar cuenta llegó el día de la Graduación.  Fue una ceremonia preciosa que culminó, cómo no,  con el lanzamiento hacia arriba del birrete.
De Estados Unidos me traigo grandes amigos, una “sister”  alemana y  grandes experiencias. Tengo la sensación de que  parte de mi corazón se ha quedado allí y algún día me encantaría volver.

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El ‘día de mi graduación’

Para acabar quiero agradecer a la Fundación Amancio Ortega la oportunidad que me brindó al concederme una beca para mi estancia en Estados Unidos y a todos los que lo hicieron posible».

Guadalupe Santos Lambea

Ana Ruiz vuelve tras un año de estudios en EEUU

«Nadie dijo que los comienzos fueran fáciles. Mi experiencia en Estados Unidos comenzó con un cúmulo de emociones:  nerviosismo, intriga, inquietud, ilusión y sobre todo muchas ganas de conocer esa cultura que tanto me llamaba la atención. Pasé de estar con mi familia y amigos hablando mi lengua nativa, a estar en casa de unos completos desconocidos hablando inglés. Fue un cambio muy drástico en tan solo nueve horas de vuelo que es lo que se tarda de Madrid a Chicago.

Con la misma ilusión fui recibida por mi familia anfitriona, aunque he de reconocer que, a mi juicio, estaban igual de “intrigados” que lo estaba yo, al fin y al cabo, también procedía de otra cultura muy diferente a la suya, la americana, y de  igual modo la de mi “nueva hermana adoptiva” procedente de Corea del Sur, mi amiga Sejin.

Tras el oportuno alojamiento, en la que iba a ser mi nueva morada, y no teniendo mucho tiempo para adaptarme al nuevo escenario, al día siguiente de mi llegada ya estaba en el instituto, dando clase. El Rockford Lutheran School.  Un instituto con una gran diversidad cultural ya que estudiaban chicos y chicas de diferentes nacionalidades del mundo, aparte de los americanos, había italianos, chinos, japoneses, alemanes, brasileños, coreanos, mexicanos, puertorriqueños y de españoles tan sólo estábamos mi amigo Jaime y yo.

Por tanto el “choque” cultural,  entre mi nueva familia , mi hermana de acogida, mis nuevos compañeros de clase y yo fue tremendo. Una cuando en España estudia inglés, parece que sabe bastante, pero cuando te encuentras a 10.000 km de tus profesores, de tu familia, etc., parece que tu mente ha olvidado todo. Es una extraña sensación, que afortunadamente, pasa rápido. No en vano llevamos estudiando inglés toda la vida y algo queda.

Mis primeras sensaciones, el primer día de instituto, fueron sobre todo de miedo y de nervios. No ser aceptada por mis nuevos compañeros me generaba una ansiedad inicial que pronto fue superada, ya que poco a poco te vas dando cuenta que la empatía de muchas personas, llega a todos los rincones del planeta, y te tratan mejor de lo que pensabas.

Es gracioso, aprendes a valorar las pequeñas cosas, esas que en nuestro día a día pasan desapercibidas y que no prestamos atención. Una simple sonrisa o un abrazo de aquellos completos desconocidos, me mejoraba el día y me hacía más llevadero el inicio. Hoy puedo decir abiertamente, que me siento orgullosa de ellos y los considero como mi segunda familia.

Al principio cuesta adaptarse a los nuevos horarios. Lo que peor llevé fueron las comidas. No llegué a acostumbrarme del todo. Se desayuna a las 9 de la mañana, la comida es a las 12 y cena a las 6 de la tarde. Y ese horario para un español resulta muy difícil.

Poco a poco fui conociendo a más gente y haciendo amigos en mi instituto. Me apunté a clubs y empecé a hacer deportes. Me apunté a Cross Country y a fútbol. Tuve muy buenas momentos en los dos deportes, y en ambos conseguimos llegar muy alto, lo que denominan “los  seccionales” -que es especie de liguilla a nivel del estado de Illinois- , siendo el fútbol el que más pasión despertó en mí. No solo aprendí con el deporte en sí, sino que también forje nuevas amistades en ambos equipos, de los que formé parte, que recordaré siempre con mucho cariño.

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Tuve la suerte de tener una fantástica familia de acogida, que no escatimó medios ni recursos en enseñarme el Estado de Illinois. No sólo me enseñaron mi localidad de residencia, Rockford, sino que también viajamos a bordo de una autocaravana por diferentes ciudades del Estado como Springfield y Chicago, así como en otros Estados como Michigan y Wisconsin. Aunque hay uno que recordaré toda mi vida: el  viaje a Washington D.C que me regaló mi familia de acogida por mi cumpleaños. Para mi fue el mejor regalo que me pudieron hacer, enseñarme un poquito más sobre su país y sobre sus símbolos y valores. Todos esos sitios que te suenan de haberlos visto en las películas.

Mi experiencia llegó a su final y me traigo conmigo un montón de recuerdos, los bailes del instituto, los viajes con mi familia, los planes con mis amigos, las nuevas experiencia vividas en Navidad, El Día de Acción de Gracias, Pascua y Halloween, y muchas más cosas que allí se viven de un modo muy especial. Ha sido una experiencia maravillosa que recomendaría a todo el mundo, ya que aprendes muchas cosas.

De todas esas cosas que aprendí, en estos diez últimos meses y ya en el avión de regreso a España, es que no soy buena en las despedidas.»

Ana Ruiz Serrano.

Oportunidades de formación y empleo para jóvenes en la Unión Europea

Compartimos el vídeo «Oportunidades de formación y empleo para jóvenes en la Unión Europea» publicado por el Centro de Documentación Europea de la Universidad Carlos III de Madrid, en el que se citan las Becas Erasmus+ de estudios o de prácticas, el voluntariado europeo, las prácticas y oposiciones a las instituciones de la UE y el portal europeo EURES para la búsqueda de empleo.